Ya hace tiempo que el amigo Lulú tenía ganas de subir para hacer una visita a "mi territorio", cambiar las piedras y el terreno seco de su zona por los senderos de "flow" y los frondosos bosques de Poblet.
Así que una vez concertado el día, la hora y el lugar, allí estaba Lulú con una puntualidad británica.
El día empezó con una espesa niebla que al ir ganado altura fuimos dejando atrás poco a poco, al superarla parecía que estábamos rodeados por un mar de nubes, pocas veces hemos tenido un día tan bonito por allí.
La ruta fue una vuelta mundial, literalmente de sol a sol, no hicimos más porque no teníamos más luz, el bueno de Lulú lo estaba pasando en grande y no parecía querer marcharse, aunque quedaron cosas por hacer, y por lo tanto, le tocará volver.
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